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ENTREVISTA A DANILO HERNÁNDEZ

Hace un tiempo he pedido a Danilo una entrevista. Fiel a su convicción de no entrar en el mundo de la promoción de las redes sociales, no me la concedió. Pero si me envió una entrevista que Daniel Gomis había realizado hace años para la revista Kalma, y que aquí comparto con vosotros.


Gomis, D. [Daniel]. (2015). Una entrevista a Danilo Hernández, un maestro cercano al servicio del Yoga. Revista Kalma.



Con la semilla del yoga pujando desde una edad bien temprana con fuerza en su interior, Danilo Hernández (Madrid, 1954) comenzó a ejercer la práctica de forma autodidacta a la edad de 16 años, y a partir de ahí, no dejó de ahondar y progresar en esta disciplina de la mano de reconocidos maestros como André Van Lysebeth, Swami Niranjanananda o Paramahamsa Satyananda, de quien recibió el nombre de Swami Digambarananda Saraswati. Desde 1984 permanece vinculado a la Bihar School of Yoga de Munger, India, donde fue reconocido como Yogacharya (maestro de yoga) y sigue acudiendo periódicamente para perfeccionar sus conocimientos y profundizar en las enseñanzas.


En la siguiente entrevista, Danilo Hernández nos expone ampliamente su visión de la técnica a la que ha consagrado su vida, aportándonos un enriquecedor testimonio sobre el necesario, y a menudo tan difícil, equilibrio entre tradición y modernidad a la hora de mantener bien viva la llama de la poderosa herramienta de transformación que es el yoga sin llegar a desvirtuar su esencia. El que sin duda es en la actualidad uno de los mayores conocedores y difusores del yoga en Occidente, dirige la Escuela de Yoga Bindu en Madrid e imparte regularmente cursos en muchas ciudades españolas y en Sudamérica, desarrollando así de forma infatigable el importante sentido que tiene para él la vocación de servicio. Hernández es también el autor de uno de los títulos que no debería faltar en la biblioteca de todo buen amante y estudioso del yoga: Claves del Yoga. Teoría y Práctica (Ed. La Liebre de Marzo).

“El yoga genuino promueve una transformación profunda y completa de la persona”


¿Qué es para ti el yoga?

El yoga es un sistema que se concibió con el objetivo de que el ser humano pudiera alcanzar salud y armonía total en todos los aspectos de su personalidad. En mi caso y después de muchos años de práctica, se ha convertido en mi forma de vida. Consciencia en cada momento y espíritu de servicio, son los principios del yoga que intento aplicar en mi vida cotidiana.


¿Cuánto tiene de ciencia, cuánto de filosofía y cuánto de espiritualidad?

Yo diría que incluye los tres aspectos en igual proporción. Por un lado, es una ciencia que utiliza como laboratorio el cuerpo-mente. Un sistema empírico de transformación cuyos resultados y beneficios han sido constatados a lo largo de la historia y comprobados por la ciencia moderna desde hace decenios. Por otro lado, el yoga es una de las seis Darshanas o escuelas filosóficas de la India. No es una filosofía al estilo occidental que se basa en la especulación. Es más bien una filosofía al estilo de las antiguas escuelas griegas que se fundamenta en la experiencia directa para llegar a la comprensión de la Realidad Última. Asimismo, el yoga es también un camino espiritual para todos aquellos que quieran descubrir su verdadera identidad y su unidad con Todo.


¿Qué te empujó hacia la senda del yoga?

Cuando tenía seis años solía sentarme en la playa con las piernas cruzadas y permanecía en silencio largo tiempo mientras mis hermanos y los otros niños no paraban de jugar. Mi madre se preocupaba mucho y venía una y otra vez a decirme que jugara con mis hermanos… Ahora sé que experimentaba estados meditativos de forma espontánea. Creo que el yoga estaba inherente en mi naturaleza desde el principio de mi vida. A los trece años, ojeando un libro que estaba leyendo mi padre, encontré la palabra yoga y aunque no conocía su significado me causó un gran impacto. Intuí que detrás de esa palabra se escondía algo inmenso. La palabra yoga quedó completamente grabada en mi mente. A los dieciséis años, cayó en mis manos el primer libro de yoga e inmediatamente me puse a practicar asanas y relajación. Me resultaba algo muy familiar y lo disfrutaba mucho. Durante tres años practiqué de forma autodidacta y a partir de ahí comencé mi formación con reconocidos Maestros.


¿Cómo ha ido evolucionando tu relación con esta técnica a lo largo de los años?

Al principio lo veía como una serie de ejercicios que me ayudaban a tener buena salud y a conseguir una excelente forma física. Luego se convirtió en una búsqueda, en una Sadhana. Pasó a ser la prioridad de mi vida. Un proceso de auto-estudio que conllevaba la purificación de la mente y el aprendizaje de su manejo adecuado. Al hacerme profesor de yoga adquirió una dimensión mucho más social. La maduración de este proceso desembocó finalmente en mi “forma de vida” cuyo eje es el servicio a los demás.


¿Y cómo la has visto evolucionar en nuestro entorno social?

A principios de los setenta éramos muy pocos los que nos acercábamos al yoga. En su ambiente se respiraba mucha autenticidad y compañerismo. El yoga en aquella época era algo “raro” para la sociedad y hasta levantaba cierta sospecha… A veces nos sentíamos un poco clandestinos. La mayoría de la población ignoraba de qué se trataba. Con los años, su difusión fue en progresivo aumento hasta la impresionante popularidad que ha alcanzado en la actualidad.

Es maravilloso que tantas personas puedan beneficiarse del yoga en nuestros días. Pero es también una lástima la comercialización tan abusiva que se está produciendo y que lo está reduciendo a un artículo más de consumo. Hoy día, en el “mundillo” del yoga abundan los mercaderes y especialistas en marketing que están implantando una visión simplista, fragmentada y a veces muy deformada. Los “industriales” del yoga están difundiendo una imagen donde predomina un yoga de “leotardo, fitness y pirueta”. También es verdad que cada día son más las personas interesadas en profundizar en el yoga genuino. Esto último nos permite vislumbrar un horizonte futuro muy optimista.


¿Qué requisitos básicos consideras que debería reunir un practicante para sacarle un buen provecho a su práctica?

Los “Yoga Sutras” de Patanjali resumen magistralmente las cualidades que deben acompañar la práctica, y por tanto, poseer el practicante. Estas son Abhyasa y Vairagya. Abhyasa representa la constancia, la regularidad y la determinación. Vairagya es la actitud de no-apego, la ausencia de expectativas con respecto a los resultados de la práctica.


¿Y cuáles deberían ser las principales virtudes de un buen profesor?

Un buen profesor, antes que nada, tiene que ser un buen practicante. Un punto clave es que tenga una buena preparación, es decir, un conocimiento y comprensión profunda de la teoría y la práctica del yoga. Algunas de las cualidades que definen al buen profesor son: la generosidad, la honestidad, la humildad, el realismo, el sentido común, no ser dogmático ni sectario, el espíritu de servicio, el afán de superarse, la paciencia, etc. Y si posee un buen sentido del humor, mejor que mejor. Tendría que ser capaz también de ponerse en la piel del alumno y comprender cuáles son sus verdaderas necesidades y el modo de ayudarle a satisfacerlas. Y por supuesto, debería ser una persona decidida a seguir aprendiendo, creciendo y ayudando.


Según tu experiencia, ¿qué otros obstáculos además de la inconstancia y las expectativas pueden desvirtuar la esencia del yoga?

En cuanto a la práctica se refiere, la falta de discernimiento (viveka) puede ser un gran obstáculo. El practicante ha de desarrollar una total comprensión de los ejercicios que realiza y de la actitud que propone el yoga a la hora de realizarlos. Otro obstáculo que destruye el yoga es la práctica mecánica.


En general, parece ser que en la práctica habitual aprovechamos un porcentaje muy pequeño de todo lo que nos puede ofrecer el yoga… ¿Cómo lo sientes?

El yoga genuino promueve una transformación profunda y completa de la persona. Si nos remitimos a la práctica de unos meros ejercicios seguro que obtendremos algunos beneficios pero no el desarrollo de todo nuestro potencial. Para que el yoga nos reporte todos sus beneficios es muy importante que sus principios y actitudes los integremos en nuestra vida cotidiana.


¿Qué puede estar fallando si la práctica no nos lleva a un estado de armonía y felicidad?

Puede que lo que esté fallando sea la actitud del practicante. Todo el proceso del yoga se sustenta sobre el pilar de los códigos éticos de Yama y Niyama. Si se ignoran estas actitudes, lo cuál desafortunadamente es muy habitual, los efectos profundos del yoga no fructificarán. Si practicamos yoga como unas técnicas que nos van a proporcionar tales o cuales beneficios estamos convirtiéndolo en un proceso mecánico. Así nos sentiremos bien transitoriamente, pero en cuanto nos confrontemos con la vida volveremos a tener problemas. Es muy típico el caso de personas que han practicado yoga durante años y a la primera de cambio, ante situaciones normales de la vida, se desestabilizan.


Un mal muy común… ¿Cómo podemos solventarlo?

Creo que esto es el resultado de una práctica superficial y que no se ha integrado en la vida cotidiana. Sucede porque la práctica de ejercicios despojada de la actitud adecuada puede mejorar nuestra forma física pero no produce crecimiento ni transformación. A veces se queda en un mero “culto al cuerpo”. De ahí, la importancia de combinar la práctica del Hatha Yoga con otras vías como el Raja Yoga, Gñana Yoga, Karma Yoga o Bhakti Yoga. Esto es lo que recomienda la tradición milenaria del yoga. De este modo, el yoga no será una simple práctica de ejercicios y se convertirá en un “estilo de vida”. Es la expresión de la actitud yóguica en la vida cotidiana lo que proporciona la verdadera armonía y la felicidad.


¿Cómo encontrar el equilibrio entre una sana disciplina y la no rigidez?

Es frecuente que el principiante se vuelva rígido en los primeros pasos en su andadura en el yoga. Suele estar muy preocupado consigo mismo y necesita aferrarse a las prácticas, objetivos y resultados. A veces se toma el asunto demasiado en serio y a la tremenda… Lo normal es que con el tiempo se vaya relajando y comprenda que la verdadera disciplina no es un asunto de imponerse actitudes férreas sino de dar un cauce adecuado y armonioso a sus energías. El equilibrio que mencionas aparece cuando se madura y se desarrolla un verdadero discernimiento. Como consecuencia, aparecen las cualidades de naturalidad y espontaneidad que son inherentes al auténtico proceso del crecimiento personal.


¿Tomarnos más en serio la importancia de la respiración es una de las grandes asignaturas pendientes?

En una entrevista para una radio argentina la periodista me preguntó si la respiración era la columna vertebral del yoga. La respuesta que me vino inmediatamente a la mente fue que la columna vertebral del yoga es la Consciencia y que la respiración es la columna vertebral de la vida… Vida y respiración son lo mismo. La respiración interconecta todos los aspectos de la personalidad de modo que tal como se respira así se vive. Tener una vida sana y feliz depende de que seamos capaces de respirar correctamente. El yoga nos ayuda a rehabilitar la respiración incorrecta o deficiente y nos enseña cómo sacar un provecho óptimo de esta función vital y esencial. Sin lugar a dudas, tenemos que darle a la respiración la importancia que se merece. Conocer cuáles son las pautas de la respiración adecuada debería formar parte de la cultura básica de todo individuo. De este modo, se evitarían muchísimas dolencias y desequilibrios y mejoraría muy notablemente la salud y la calidad de vida de la población en general.


¿Y cómo crees que andamos respecto al trabajo sobre la mente? ¿Andamos muy cojos de Raja Yoga?

Esta sí que es la gran asignatura pendiente. Es verdad que el yoga mental no ha tenido el auge que merece pero también es verdad que la situación está cambiando y asistimos hoy día a un florecimiento del Raja Yoga que parece imparable. Estamos entrando en la era de la Meditación. Buda y Patanjali coinciden en que la raíz de los padecimientos del ser humano está en la mente. Sus enseñanzas ponen el acento en los códigos de actitudes éticas y en la metodología de la Meditación que realiza la purificación de la mente y el despertar de todo su potencial.


Pues parece que en Occidente aún no lo tenemos demasiado claro…

La mentalidad occidental es muy superficial y ha priorizado los aspectos corporales de las prácticas yóguicas. No obstante, todos los adeptos que profundizan en el trabajo corporal, más tarde o más temprano, desembocan en la práctica de la meditación. Es un proceso evolutivo natural. Yoga y Meditación son palabras sinónimas. La meditación es el trasfondo y esencia de todas las vías del yoga. El futuro de todo practicante que esté decidido a profundizar en la transformación de sí mismo será la inmersión en la meditación.


¿Cómo debería ser el proceso de trabajo en las vías del Gñana Yoga, Bhakti Yoga y Karma Yoga para llegar al desarrollo integral de la persona?

Todas las sendas del yoga tienen sus peligros si no se abordan correctamente. El Gñana Yoga tiene el peligro de convertirse en una vía meramente intelectual. Cuando el proceso del Gñana Yoga se encauza de modo adecuado aparecen el discernimiento y la comprensión de la unidad de todo. Desde esta experiencia, brota entonces naturalmente el sentimiento amoroso del Bhakti Yoga. Y a partir de aquí, florece de forma espontánea la actitud de servicio desinteresado del Karma Yoga. No obstante, como se suele decir, “todos los caminos llevan a Roma…”, así que cada persona debe seguir la vía del yoga hacia la que tenga más afinidad. En la medida en que el practicante vaya madurando se irán integrando de modo natural las otras vías del yoga.


Estas tres vertientes son aún bastante desconocidas para muchos practicantes que no han ahondado en la tradición…

El “Bhagavad Guita” representa la quintaesencia del yoga y describe los tres senderos que permiten alcanzar la liberación: Gñana Yoga (vía del discernimiento-sabiduría), Bhakti Yoga (vía del amor-devoción) y Karma Yoga (vía de la acción-servicio). Nos proporciona una visión global del yoga en la que los tres senderos confluyen y se integran dando como resultado el equilibrio entre la cabeza, el corazón y las manos, la armonización de todos los aspectos de la personalidad humana.

Aunque son tres senderos distintos que contienen sus propios métodos, en cierto sentido, son un mismo y único sendero y conducen a un mismo fin. Como ya he dicho anteriormente, independientemente del sendero que se siga, es normal que las otras vías vayan integrándose de forma natural como consecuencia del proceso de transformación y maduración del practicante. Los tres senderos terminan fundiéndose en uno. Ello conlleva la unificación y armonización de los tres ámbitos del individuo: “intelecto-sentimiento-acción” y representa la visión y desarrollo integral del yoga.


¿Cómo orientarse hoy en día si se quiere empezar a practicar o profundizar en la esencia ante la multitud de propuestas de yoga imperantes?

A los que quieren comenzar a practicar yoga les recomendaría que lean algún buen libro donde se describa el yoga genuino y su verdadera dimensión. Esto evitará que luego les den “gato por liebre”. Lo segundo sería buscar una buena escuela cerca de su domicilio ya que así no tendrán necesidad de largos desplazamientos y se asegurará una práctica mas regular. Si las enseñanzas o el profesor no les convencen tendrán que seguir buscando… En el profesor tienen que percibir una persona honesta, humilde, competente, flexible, no dogmática y a ser posible que esté ligado a una escuela o enseñanzas reconocidas. También les diría que eviten los profesores con síntomas de “yoga-star o vedettismo”, los que expresan el yoga en forma de adoctrinamiento, los centros que desprenden un tufo comercial; “Mcyogas”, “Yogashops”, “Yogafitness”… y las escuelas que abusan del marketing y la propaganda. En cualquier caso, tendrán que desarrollar su discernimiento y encontrar el estilo de yoga y el profesor que les resulte más afín. Y para los que quieran profundizar en la esencia del yoga, se impone el estudio de los textos tradicionales, como los “Yoga Sutras” de Patanjali, el “Bhagavad Guita”, el “Hatha Yoga Pradipika”, etc.


¿Qué opinión te merece que haya cada vez más prácticas que utilicen técnicas o aspectos aislados del yoga?

Mejor que utilicen técnicas aisladas del yoga que no utilicen nada. Esto enriquecerá de modo notable sus sistemas. Eso sí, estaría muy bien que tengan la honestidad de reconocer lo que el yoga ha aportado a sus sistemas y no se apropien del yoga como si lo hubieran inventado ellos. En este sentido se ve que abunda una rapiña vergonzosa…


¿Cómo ves todo el tema referente a la actual voluntad de regularización de la profesión del yoga?

No estoy al día de cómo marcha este proceso de regularización. La regularización de la profesión de profesor de yoga me parece un asunto lógico y muy necesario. Con ello se podrán evitar el intrusismo, la calidad deficiente de la enseñanza y muchos otros problemas como la actual proliferación de cursos de profesorado, algunos de los cuales están orientados al puro negocio y levantan gran sospecha en cuanto a la solidez de la formación. Por poner un ejemplo; hemos visto barbaridades como anuncios para hacerse profesor de yoga en quince días. En fin, sobran los comentarios…


¿No es absurda, en un ámbito como éste, la pugna que parece que se puede estar dando para imponer una determinada visión?

Por ser el universo del yoga tan amplio y variado resulta un tema complejo. Además, al ser un pastel muy apetitoso, se está viendo como son muchos los que quieren tomar su pedazo en este próspero negocio. No son solo los mercaderes y los oportunistas de turno. También se están apuntando ayuntamientos, comunidades autónomas, entidades universitarias, y en definitiva, muchos que desconocen o ignoran la filosofía y los códigos éticos del yoga y solo están interesados en “pillar cacho”. Sería buenísimo que los profesores y las escuelas de yoga pudieran llevar la iniciativa en este proceso. Ahora bien, habría que llegar a un consenso en el conjunto del país que garantice la preparación y profesionalidad de los docentes del yoga y su normalidad jurídica.


¿Hasta qué punto crees que es necesaria la figura del mentor o gurú hoy día?

No se puede ser tajante en este asunto y existen todas las posibilidades. Pero desde un punto de vista realista, hay que reconocer que muy pocas personas son capaces de guiarse a sí mismas en el proceso del desarrollo personal. Es evidente que tener la ayuda de un maestro representa una gran ventaja. Yo diría que para practicar yoga es suficiente con tener un buen profesor. Ahora bien, si se está interesado en recorrer a fondo el camino del yoga es seguro que en algún momento será necesaria la relación con alguien que haya recorrido el sendero. Hay una fase en este camino que requiere confrontarse con la problemática que se arrastra del pasado y purificar todas las facetas de nuestra personalidad. En esos momentos, tener a alguien que nos pueda orientar supone una inmensa ayuda.


La relación mentor-discípulo parece que ha ido quedando bastante desdibujada en las sociedades modernas…

La relación profesor-alumno o maestro-discípulo es un arquetipo universal. Ha existido históricamente en todas las culturas, incluido el reino animal, donde las crías son instruidas por sus progenitores en el arte de la supervivencia. Los seres humanos, a lo largo de la vida, tenemos mentores en la escuela, el oficio, la universidad, etc. Por tanto, es lógico y normal tener también un maestro en el proceso del desarrollo personal.

En la tradición del yoga, esta relación es fundamental y ha sido siempre el eje de la transmisión de las enseñanzas. Muchas de las enseñanzas profundas están expuestas en los textos clásicos de un modo muy económico en palabras, a veces incomprensible, y necesitan ser interpretadas y transmitidas directamente por el maestro al discípulo. Esta relación culmina cuando el discípulo se convierte en su propio maestro. En cualquier caso, yo no me preocuparía por este asunto. Ya se sabe lo que dice la tradición: “Cuando el discípulo está preparado aparece el maestro…”.


¿Para ser un buen yogui hay que viajar alguna vez a la India?

En absoluto. Pero en otro sentido, yo recomendaría visitar este maravilloso país al menos una vez. La gran variedad de información y contrastes que aporta la cultura de la India puede enriquecer mucho nuestra visión de la vida. Entre otras muchas cosas, puede bajarnos de nuestro etnocentrismo cultural y hacernos comprender que la felicidad auténtica no tiene que ver con la cantidad de cosas que acumulas y sí con una forma de vida sencilla y sin complejidades innecesarias.


¿Qué futuro le auguras al yoga?

El horizonte futuro del yoga me parece muy prometedor. El yoga genuino tiene más de seis mil años de antigüedad y goza de muy buena salud. En la actualidad, una parte de sus enseñanzas ha sido absorbida por la cultura social. Así, en algunos países, la práctica del yoga está siendo incorporada dentro de muchas empresas y en todo tipo de instituciones. También está siendo integrada en el sistema educativo y esto es especialmente relevante, pues supone la semilla del florecimiento de futuras generaciones de individuos más conscientes, éticos, creativos, sanos y armoniosos. En definitiva, una gran trasformación y posibilidad de enriquecimiento para la sociedad…


¿Prevalecerá el yoga genuino o nos tendremos que rendir a sus nuevas versiones?

El siglo XX ha sido el siglo del renacimiento y difusión del Hatha Yoga en todo el planeta. Y para mí, es evidente que el siglo XXI será el siglo de la meditación. En este sentido, cuando los mercaderes actuales del yoga y los pseudo-yogas que proliferan en estos días hayan caído por su propio pie y ya no estén aquí, el yoga genuino seguirá extendiéndose y siendo uno de los motores de la evolución de la consciencia humana. Es muy probable que también siga existiendo una versión comercial del yoga. Dejemos que los que quieran un yoga simplista también lo tengan, por qué no… Y dediquémonos a preservar el yoga auténtico, desarrollándolo y adaptándolo a las nuevas necesidades que vayan surgiendo.

Una entrevista de Daniel Gomis para la Revista Kalma

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