DIARIO DE UNA MAMÁ YOGUINI
Trabajo de fin de curso de Mariela Moreschi
INTRODUCCIÓN
En estas páginas, quiero compartir mi experiencia de transformación que se inició con mi maternidad y cómo el yoga me acompañó, y me acompaña, a lo largo de este proceso. Iniciar un cambio es una tarea desafiante, requiere de mucha determinación y valor y hacerlo en compañía puede ser muy enriquecedor. Me sentiré muy agradecida si a través de mi relato, puedo acompañar a otras personas en su propio proceso de desarrollo y evolución.
Hay situaciones de la vida que nos hacen despertar, que aumentan nuestra consciencia, que aportan una
nueva luz que nos permite ver cada rincón de nuestra vida de un modo diferente, desde una nueva perspectiva. La maternidad fue para mí ese despertar.
Bucay nos dice que para vivir verdaderamente es necesario despertar y que ese despertar no sería posible sin antes animarse a transitar algunas muertes y renaceres. En ese sentido, el autor indica:
“Sacar de ellos todo lo que nos ofrecen es cuestión de aprender a reconocerlos y aprovecharlos”, (Bucay, p. 17).
"El primer consejo de casi todos los maestros es permanecer lo suficientemente alerta como para poder registrarlos cuando sucedan, aunque esa actitud no sea por fuerza una condición necesaria; también puede suceder, nos advierten, que algunos tengan la fortuna de que el estímulo que toca a su puerta los sacuda con tal intensidad que los despierte aunque los encuentre desprevenidos." (Bucay, p.17-18).
Antes de quedar embarazada, veía el momento de ser madre como un punto de inflexión en mi vida, un momento a partir del cual quería hacer un cambio y dejar atrás hábitos perjudiciales para mí. Quería mejorar la relación que tenía conmigo misma y con otras personas, adquirir las habilidades que fuera necesitando para guiar a mi hijo de la mejor manera posible y encaminarme hacia mi propósito de acompañar a otras personas en su propio camino de desarrollo integral. Me había formado como músico profesional, terapeuta Gestalt, profesora de yoga y voluntaria en una ONG de ayuda emocional.
Quería aprovechar esas herramientas y adquirir otras para poder comenzar a hacer realidad este cambio que había imaginado. La maternidad hizo que la necesidad de esa transformación fuera más urgente o imperiosa. Ser mamá y cuidar mi vínculo con mi hijo ha sido y es una gran motivación que me impulsa a desarrollarme, a mejorar cada día la versión de mí misma y a cultivar las habilidades que favorezcan mi propio bienestar, el suyo y el de las demás personas a mi alrededor. En este trabajo, compartiré un fragmento de lo que está siendo mi camino de transformación y aprendizaje que, por supuesto, lo andaré a lo largo de toda mi vida.
ESPACIO DE AUTOCUIDADO
De acuerdo con Nelsen, Bill y Marchese, el bienestar personal es primordial cuando nos convertimos en madres y padres. Para poder crear una familia feliz y que funcione bien, es necesario ser una persona feliz y que funciona bien. Para crear una persona feliz y que funcione bien, es necesario practicar el auto cuidado, protegiendo nuestra salud física, mental y emocional. La infelicidad afecta a todos los seres queridos y nuestros
hijos y nuestras hijas se dan cuenta intuitivamente si somos felices y disfrutamos de la vida como madres y padres.
A partir de mi maternidad, el auto cuidado se ha vuelto un ingrediente fundamental e indispensable en mi vida. Necesito un tiempo y un espacio para conectar conmigo y con mis necesidades, para tratarme con amor, para cuidarme, para nutrirme, para aprender. Repartir mi tiempo y energía entre los quehaceres de la casa, el trabajo, los momentos dedicados mi familia, los encuentros con otras personas y mis espacios de auto cuidado es un desafío diario.
He diseñado un plan de auto cuidado, lo he programado dentro de mi día y se lo he comunicado a mi familia. Es mi responsabilidad respetar este espacio y sentir así la confianza y seguridad en mi capacidad de cuidar de mí misma y afrontar los desafíos que me presenta la vida. Muchas veces he dudado entre dedicar tiempo y
energía a este espacio, o cumplir con obligaciones externas que no satisfacen mis necesidades auténticas. La señal que me indica cuándo me he equivocado al decidir cómo invertir mi tiempo es cuando siento cansancio, tengo poca paciencia con mi hijo y me comporto de una manera con la que no estoy satisfecha. Ése es el momento de parar a reflexionar, perdonarme, aprender de mi error y tenerlo en cuenta para programar de
manera diferente el siguiente día. Para poder amar, cuidar, nutrir y satisfacer las necesidades de otra persona, necesito, en primer lugar, amarme, cuidarme, nutrirme y satisfacer mis propias necesidades. Éste es uno de tantos aprendizajes que me está aportando la maternidad. Por eso considero valioso reflexionar sobre:
"La incesante lucha de ser mujer y madre, de tener que cumplir con su trabajo y con sus deberes, la entrena a enfrentarse al mundo y a sus dualidades con ecuanimidad. Por todo esto, la mujer ha de pagar un alto precio físico y psicológico en su papel de madre, esposa, hermana y amiga. La estabilización de los estados físico y mental se logra mediante las asanas y el pranayama. Su salvación reside en practicarlos. " (Iyengar, p. 49).
El yoga se ha convertido en una pieza esencial en mi vida y es una parte indispensable dentro de mi espacio de autocuidado. Me siento muy agradecida conmigo misma por haber iniciado el camino del yoga hace ya más de diez años. Agradezco diariamente por contar con esta herramienta.
Mi práctica va cambiando en función de las necesidades que siento al subirme a la esterilla. En ese espacio me permito contactar conmigo, sin máscaras, sin exigencias, sin ego; me permito ser, darme cuenta de mis necesidades y buscar la manera de satisfacerlas. Siempre que puedo, comienzo mi práctica con alguna lectura inspiradora que tenga relación con alguno de los temas de los cuales necesito aprender. Hay días en los que necesito levantar las piernas y practicar pranayama y otros en los que necesito relajarme y soltar el estrés a través de estiramientos suaves y posturas restaurativas.
Otros, en cambio, siento que tengo la energía suficiente como para hacer una práctica vigorosa de asanas.
En el momento de la práctica, me permito fluir en cuerpo y alma mientras me muevo y respiro. Observo lo que asoma a la superficie, los aspectos de mi vida con los que no me siento a gusto o me provocan sufrimiento, los asuntos pendientes, las heridas del pasado, las preocupaciones y otros temas que deseo resolver. También siento las incomodidades en mi cuerpo, las tensiones, las zonas que necesito mover y relajar. A medida que voy avanzando en la práctica, siento cómo mi cuerpo y mi mente se relajan, aumenta mi energía y mejora mi estado de ánimo. Este estado de bienestar me permite afrontar las situaciones desafiantes que surgen a diario, relativizar su gravedad, tener una perspectiva más neutral, dejar fluir mi creatividad para encontrar posibles soluciones a los temas pendientes de resolver, ordenar mis prioridades y trascender las situaciones más difíciles. Al respecto, Iyengar, la autora de Yoga para la mujer nos comenta que:
(…), el arte del yoga es único. Da a cada uno lo que necesita. Está especialmente diseñado para las mujeres, que con sus responsabilidades familiares estarán encantadas de tener la oportunidad de practicar estos maravillosos ejercicios yóguicos con la intimidad y comodidad que su propio hogar les puede ofrecer. (Iyengar, p. 58)
Muchas veces, cuando tengo tiempo, escribo en mi diario al final de la práctica. Trazo en él mis reflexiones personales, aprendizajes, preocupaciones, aspectos que quiero revisar o cambiar, aspectos de los que me siento orgullosa o en los que considero que he progresado. Escribir me resulta muy gratificante, me ayuda a observarme y conocerme. Con esas anotaciones, voy elaborando un plan de acción que es flexible y se va
modificando según cambien mis necesidades y prioridades. Los temas sobre los cuales quiero trabajar, y que incluyo en mi plan de acción, son muy variados: temas de crianza, pareja, bienestar personal, cuestiones emocionales que necesito sanar y objetivos profesionales que quiero alcanzar, entre otros. A su vez, como he señalado, busco lecturas que me puedan servir de guía en estos temas, tomo nota de lo que me interesa
leer y voy armando un “plan de investigación y estudio”.
Algunas veces también practico visualizaciones de esos objetivos o aspectos de mí que quiero desarrollar o transformar y acompaño la práctica con autoafirmaciones positivas. Respetar este espacio de auto cuidado se ha convertido en una filosofía de vida y me gustaría poder compartirla con otras personas. Mantener una práctica regular de yoga y momentos diarios para la reflexión me permite entrar en contacto conmigo cada día,
crear calma interior, observar mis luces y mis sombras, mis deseos y aspiraciones, empoderarme y ser la protagonista de mi vida día tras día.
¡GRACIAS AL YOGA, QUE ME HA DADO TANTO!
En este apartado quiero compartir los beneficios que me aporta la práctica de yoga a mi bienestar integral y el de las personas a mi alrededor y cómo me acompaña en mi camino diario de aprendizaje. Al leer a Iyengar nos preguntamos: ¿Qué es el yoga?
¿Es el yoga un arte? Vivir es un arte. El yoga mejora la calidad de nuestra vida. Por ende, es un arte. Eleva nuestros pensamientos y nos permite enfrentarnos a las situaciones difíciles de la vida con felicidad y ecuanimidad; nos enseña a esforzarnos para alcanzar una meta en la vida; a cultivar la amistad, la concentración, la piedad, el contentamiento, la alegría, los buenos hábitos, a llevar una vida virtuosa y a desechar lo que no es esencial. El yoga es acción disciplinada para alcanzar la emancipación final.
¿Es el yoga una ciencia? La ciencia del yoga consiste en adquirir conocimiento a través de la observación y de la experimentación. Es una ciencia que trabaja con el cuerpo y con la mente, donde se conquista el ritmo de la mente a través del control del cuerpo. Mediante la práctica del yoga se consiguen un cuerpo y una mente sanos y fuertes. Sólo cuando se alcanza un estado de equilibrio entre el cuerpo y la mente, se es apto para la realización del Símismo. La ciencia del yoga te enseña a conseguir esta armonía de una forma sistemática y competente.
¿Es el yoga una filosofía?
"El ser humano está gobernado por las emociones. La mente y, a su vez, el cuerpo se ven afectados por la tristeza y la felicidad, la vergüenza y la gloria, la derrota y el éxito. A un sadhaka no le afectan estas dualidades, pues aprende a ser indiferente a las emociones conflictivas. El yoga es una filosofía que nos ayuda a conseguir equilibrio, a enfrentarnos a todas las vicisitudes de la vida y sus alegrías con ecuanimidad. Es una filosofía que nos aleja del mundo material y nos conduce hacia el mundo espiritual en búsqueda de la verdad, para indagar en la naturaleza del Ser. " (Iyengar, p. 30).
"La práctica del yoga tiene una tremenda repercusión en el carácter y hace que la persona sea fuerte moral y mentalmente. La vida se ve de un modo más positivo y tolerante. El orgullo y el egoísmo desaparecen y son substituidos por la sencillez y la humildad. Uno se vuelve más reflexivo, discierne mejor y adquiere claridad intelectual, lo que conduce a un estado contemplativo." (Iyengar, p. 58).
DESCANSO
Uno de los desafíos que afronto continuamente en mi maternidad es la falta de descanso. La privación de sueño provoca incapacidad para concentrarnos y fatiga, y la fatiga prolongada provoca apatía, irritabilidad y disminución de la función inmunitaria, de acuerdo con Nelsen, Bill y Marchese. El cansancio y agotamiento son contribuyentes de la depresión y ansiedad y perjudican nuestras habilidades para resolver las crisis que surgen en todas las áreas de nuestra vida. El primer tiempo, cuando mi hijo se despertaba mucho por las noches, me costaba mucho volver a conciliar el sueño. Había noches en que me surgían muchas
preocupaciones y me resultaba difícil volver a dormirme. Necesitaba, y necesito, descansar lo más posible para poder afrontar los desafíos diarios. Procuro atender a las necesidades de mi cuerpo y evitar sobre exigirme aún cuando me queden cosas
pendientes por hacer. Una de las prácticas que he implementado es la relajación consciente y el yoga del sueño durante las siestas de mi hijo.
EJERCICIO FÍSICO
"El yoga es una forma perfecta de ejercicio. Los capítulos sobre anatomía en los Charaka y Susruta Samhitas del ayurveda describen el ejercicio físico como lo que puede producir efectos beneficiosos a través de la acción o el movimiento. Se dice que su realización correcta aporta ligereza al cuerpo, capacidad de trabajar, resistencia contra las enfermedades y trastornos provocados por el desequilibrio entre los tres humores. Estimulan el funcionamiento armonioso de los sistemas respiratorio, circulatorio, digestivo, nervioso, glandular, genito-urinario y excretor. Los textos advierten que si no se realizan correctamente provocan pereza, agotamiento, vómitos, mal funcionamiento orgánico, sequedad, sangrado (hemorragia interna), tos, fiebre y otros trastornos. Las yogasanas ejercitan todo el cuerpo y revitalizan todos los sistemas fisiológicos, y el resultado es una mente y un cuerpo firmes, puesto que cada asana trabaja el cuerpo y la mente por igual. Las yogasanas y el pranayama han resistido la prueba del tiempo durante siglos y son válidos para todas las necesidades del hombre y de la mujer en su búsqueda de la salud perfecta y la felicidad suprema." (Iyengar, p. 55-56).
Según Nelsen, Bill y Marchese, para mantener un buen estado de salud física es necesario hacer ejercicio regular, descansar adecuadamente y tener una dieta apropiada.
Describen el ejercicio físico como la mejor vacuna de todos los tiempos que nos inocula contra diferentes males tales como la obesidad, las enfermedades cardíacas, la diabetes, los accidentes cerebrovasculares y el estrés. Asimismo, ayuda a reducir la depresión y la ansiedad y mejora el estado de ánimo gracias a las endorfinas que segregan durante el mismo. A su vez, mejora la imagen corporal, la vitalidad sexual, la fertilidad y favorece una sensación general de bienestar. De acuerdo con esta descripción es posible concluir
que el ejercicio físico favorece la salud integral de las personas.
A partir de conocer el yoga y con algunos años de práctica, pude hacer del yoga mi ejercicio regular. En el momento de quedar embarazada, a mis 41 años, me sentía a gusto con mi cuerpo y en forma como no me había sentido nunca antes. Mi cuerpo me gustaba, me sentía ágil, con fuerza, cómoda y sin dolores, me sentía mejor que a mis 30.
Cuando pensaba en el embarazo y la maternidad, mi principal preocupación en relación al cuerpo era la de atravesar el embarazo y el parto de un modo agradable y saludable y eso me motivaba a mantener una práctica regular. Me inquietaba pensar en que debería adaptar mi práctica de asanas de acuerdo con las
precauciones a ser tenidas en cuenta durante las diferentes etapas del embarazo y que por momentos
debería dejar de practicar asanas completamente.
Durante el embarazo, esas preocupaciones desaparecieron, mi prioridad era la salud de mi bebé. En ese momento sentí miedo, había sufrido dos pérdidas anteriores y me preocupaba que algo pudiera ir mal. Durante los últimos meses del embarazo tuve que hacer reposo y dejar de hacer asanas casi por completo. Tenía la posibilidad de practicar pranayama, pero he de confesar que no hice uso de esa herramienta hasta después del nacimiento de mi hijo. A pesar de mis preocupaciones y del tiempo de reposo durante el embarazo, me sentí cómoda y a gusto con mi cuerpo tanto durante el embarazo como durante el parto.
Al nacer mi hijo, me di cuenta de que, hasta ese momento, no había imaginado cómo sería mi vida, cómo me sentiría, o cómo sería mi práctica después de su nacimiento. Fue a partir de ese momento que mi espacio de auto cuidado y la práctica de yoga dentro de él, se volvieron esenciales en mi vida. Agradecí infinitamente contar con esa herramienta para soltar las tensiones, relajarme, restaurarme, calmarme, entrar en contacto conmigo, mejorar mi estado de ánimo, energizarme, y era una bendición poder hacerlo en casa, en los pocos ratitos que pudiera tener para mí. Durante los primeros meses, la mayoría de las veces que me subía a la esterilla era para quedarme acostada, con las piernas en alto, practicando pranayama, no tenía energía para hacer nada más.
Me sentía muy cansada, con dolores en varias partes del cuerpo y tenía unos cuantos kilos de más. Esos momentos de descanso me restauraban y me aportaban energía.
Necesitaba recuperar la forma para cumplir con las tareas diarias de mi nueva vida y sentirme a gusto conmigo. Mi cuerpo ya tenía un camino andado, una memoria corporal que me mostraba el recorrido que necesitaba seguir para conseguirlo. Poco a poco y con paciencia, me fui recuperando, perdiendo el peso extra y fortaleciendo mi cuerpo nuevamente. Estar en forma para poder disfrutar de mi maternidad con todo lo que ello implica es una gran motivación que me alienta a ser constante en mi práctica de yoga.
El yoga es un regalo para cuando nos hacemos mayores. La mujer que empieza a practicar yoga en sus años de senectud, no sólo consigue salud y felicidad, sino también una mente renovada, puesto que el yoga ofrece una visión optimista de la vida y de un futuro más feliz, en lugar de pensar en el pasado sobre el que se cierne ya la oscuridad. La soledad y el nerviosismo, que crean tristeza y pesar, se destruyen mediante el yoga a medida que empieza una nueva vida. Por consiguiente, nunca es demasiado tarde para empezar. (Iyengar, p. 65-66).
GESTIÓN DE ESTRÉS
Nelsen, Bill y Marchese recomiendan usar estrategias de afrontamiento positivas ante el estrés tales como hacer ejercicio, hablar con alguien, escribir un diario, hacer arte, practicar la respiración profunda y descansar y mencionan al yoga como una de las actividades principales para aliviar la tensión. Asimismo, sugieren observar y abandonar los hábitos de perfeccionismo, escuchar el diálogo interior y que éste sea nutritivo,
soltar el control de aquellas situaciones que no están en nuestras manos resolver y pedir ayuda y, finalmente, empoderarse.
DIÁLOGO INTERIOR
Nelsen, Bill y Marchese comentan que las situaciones que nos sacan de nuestra zona de confort, (como puede ser convertirnos en madres y padres por primera vez), pueden desencadenar un diálogo interior negativo que iría en contra de nuestro autocuidado y recomiendan reemplazarlo por otro más saludable en el que nuestra voz interna sea nuestra amiga. La maternidad y paternidad puede ser un buen momento para proponernos un cambio, para observar nuestros patrones de pensamientos y sentimientos habituales que nos son perjudiciales y dejarlos ir, reemplazándolos por otros más beneficiosos y nutritivos. En este proceso, habremos de observar cuáles son los programas automáticos o creencias que originan estos pensamientos y sentimientos y cuestionarnos si los queremos conservar o si son parte de una antigua versión de nosotras/os mismas/os que queremos dejar atrás. El silencio interior nos puede ser de gran ayuda en esta tarea. Ellis y Grad Powers afirman que la práctica de asanas tranquiliza y aquieta nuestro cuerpo y nuestra mente a través de los movimientos del cuerpo y la respiración y describen a la meditación como una herramienta que nos
permite acallar nuestro ruido interior. Experimentando esta tranquilidad y paz, podremos llevar a cabo este cambio interior, que se verá reflejado en un cambio exterior, en nuestra manera de afrontar los desafíos de la vida y en nuestras conductas.
Hablar y teorizar respecto de cómo el yoga logra acompañarnos en nuestra transformación puede resultar relativamente sencillo, llevarlo a la práctica y experimentarlo realmente puede ser un gran desafío, (al menos lo es para mí).
Diariamente necesito mi momento de contacto conmigo misma para renovar mi compromiso con mi diálogo interior. Ser mamá es una gran motivación para hacerlo.
EMPODERAMIENTO, AUTODEPENDENCIA, AUTOESTIMA
El empoderamiento es otra herramienta eficaz para gestionar el estrés. Sentirse empoderado es sentirse dueño del propio poder personal, protagonista de la propia vida, responsable del propio bienestar y felicidad. Una persona empoderada siente confianza en su intuición y experiencia, se siente responsable de sus decisiones y las consecuencias de las mismas, aprende de sus errores y tiene una autoestima equilibrada.
Branden define a una persona con autoestima equilibrada como aquella que tiene confianza en su eficacia personal y que reconoce su propio valor. Sentirme empoderada y mantener mi autoestima equilibrada en mi nuevo rol de mamá es un compromiso conmigo misma que necesito renovar a diario. Cada día, trabajo en desarrollar mi independencia emocional, en acogerme a mí misma, y así voy consiguiendo poder acoger y
acompañar a mi hijo. La maternidad ha traído consigo una soledad nueva. Ya no tengo los mismos recursos disponibles que tenía antes como poder hablar con otras personas cuando lo necesito, o salir a hacer alguna actividad que me guste, o distraerme de alguna otra manera. Ahora preciso desarrollar auto dependencia, como la denomina Bucay, necesito ser mi propio sostén y poder acogerme a mi misma en mi refugio interior de calma en cualquier momento del día y en cualquier circunstancia.
CAMBIO, ADAPTACIÓN, RESILIENCIA, SOLTAR
Aprender a adaptarnos a los cambios y a sobreponernos a los obstáculos y las frustraciones, ser resilientes, es una de los beneficios que tiene desarrollar nuestra fuerza interior. Bucay nos dice que el equilibrio es estatismo, es igualdad, es indiferenciación, es muerte, que no hay ser humano más equilibrado con su medio ambiente físicoquímico que un cadáver. Asimismo, explica que el sufrimiento y el dolor vienen de la resistencia a “lo que es” y de la resistencia al cambio. Hasta ahora, he compartido cómo a través de mi maternidad estoy experimentando un cambio deseado y buscado en mi vida. Ahora quiero
compartir cómo voy gestionando los cambios “no
deseados”, esos que no me gustan o que no he
buscado, y lo que voy aprendiendo aprendiendo al
afrontar estas situaciones y cómo me voy
fortaleciendo interiormente.
A veces, me siento enfadada ante sucesos que no son de mi agrado. Al ver que en esta nueva etapa de mi vida había muchas situaciones desagradables y al darme cuenta cuánta energía perdía sufriendo y enfadándome, me di cuenta que necesitaba hacer algo al respecto y empecé a leer y a investigar sobre estos temas. Mi investigación consistía (y consiste) en hacerme
preguntas que me surgen a partir de la lectura y tomar nota de las reflexiones que hago en relación a ese tema en mi vida. Así descubrí, por una parte, que mi mochila estaba llena de sufrimientos del pasado que no había conseguido procesar adecuadamente, que seguía cargando en ella situaciones que me provocaban enfado, dolor. A esas “situaciones viejas”, se iban sumando las nuevas y la carga se hacía cada vez más
pesada. Me daba cuenta que ya no quería malgastar mi energía de esa manera y quería dejar de hacerme daño. Entonces empecé a buscar maneras de afrontar estas dificultades de una forma proactiva, observando mi enfado o tristeza sin que me paralizaran y buscando soluciones a ese sentir que fueran positivas para mí. He leído algunos libros que me han ayudado mucho en eso, también he contado con personas que me han
acompañado y me acompañan en este crecimiento. Ya no me paralizo ante esas emociones desagradables, o al menos no por tanto tiempo; ahora busco soluciones de manera proactiva, (si las hay), o hago mi proceso de duelo si es lo que toca. Tengo muchos recursos a mano a los que recurrir cuando lo necesito: lecturas, personas o actividades nutritivas que me ayudan a atravesar estas situaciones.
Por supuesto que queda mucho por comentar y por decir acerca de este tema. Lo que escribo aquí son apenas unas pinceladas de lo que estoy experimentando en este aspecto. Soy consciente de que hay una parte de mí que no habitará nunca más la zona de confort, que necesitará adaptarse, ser flexible y fuerte para poder acompañar a mi hijo a lo largo de su vida. Creo que este es uno de los grandes regalos que él me trae, la
motivación y el deseo de crecer y evolucionar.
“Las cosas que uno deja, siempre tienen que elaborarse. Siempre tiene uno que dejar atrás las cosas que quedaron en el ayer.” (Bucay, p. 27).
AUTOCONTROL
Una de las habilidades que entreno a diario es el autocontrol. Gracias al yoga y a la terapia Gestalt, he aumentado mi consciencia corporal y puedo entrar en contacto conmigo misma a través de mi cuerpo y mis sensaciones corporales y así darme cuenta de cómo estoy a nivel físico, emocional y mental. En mis sesiones de autocuidado, me resulta relativamente sencillo entrar en contacto con estas sensaciones, utilizar la
consciencia corporal para practicar el autocontrol en las situaciones cotidianas de la vida es un desafío mayor para mí.
Castellanos dirige una investigación acerca de cómo el cerebro se comunica con el cuerpo cuando meditamos. Nos explica que en el recorrido que va haciendo la emoción en nuestro cerebro, una de las primeras estaciones por las que pasa es la que coordina la respuesta del cuerpo, que es anterior al momento consciente en que percibo esa emoción y que si tenemos consciencia corporal podemos observar en nuestro cuerpo la emoción que se está preparando antes de que se haya expresado. Aprender a reconocer las emociones en nuestro cuerpo y escuchar lo que nuestro cuerpo nos expresa, nos permite entrar en contacto con nosotras/os mismas/os y saber así cómo estamos y qué necesitamos y gestionar las emociones de un modo adecuando. Explica que ésta es una habilidad muy útil en la crianza, que nos brinda la posibilidad de auto –regularnos y de practicar el autocontrol a través de la gestión de las emociones, para poder elegir nuestros comportamientos a consciencia, recuperar la calma cuando la hemos perdido, generar una buena dosis de paciencia y gestionar el cansancio y la impotencia. Asimismo, afirma que la postura corporal influye en nuestro estado de ánimo y le dirá a nuestro cerebro cómo estamos y desde desde esa información, se generarán muchas reacciones en nuestro cuerpo. Por este motivo es muy importante cuidar la postura de nuestro cuerpo y el yoga es una excelente herramienta para hacerlo, además de servirnos para proteger nuestro cerebro a través del ejercicio cardiovascular y mejorar nuestra atención a través de la respiración por la nariz.
CONTACTO, PRESENCIA, AQUÍ Y AHORA
Esta nueva etapa está siendo una buena oportunidad para integrar en mi día a día el contacto, la presencia y el vivir en el aquí y ahora. Dos de mis grandes pasiones son el yoga y la terapia Gestalt. Bucay describe a la terapia Gestalt como la terapia del aquí y ahora, de El darme cuenta holístico, de darme cuenta de cómo me estoy sintiendo y cómo está mi cuerpo, a través de mi consciencia corporal. Me he formado en ambas
disciplinas y las considero herramientas que se complementan y enriquecen mutuamente.
Practico el contacto principalmente en mis momentos de auto cuidado. En Gestalt se describe el contacto como el momento en que nos damos cuenta de la necesidad que tenemos, del asunto que necesitamos resolver y que cuando este contacto ocurre, aparece la consciencia. El contacto es la formación de una figura que emerge desde el
fondo, es el darse cuenta de cuál es el asunto pendiente y traerlo a la consciencia. Hay situaciones en la vida, como lo ha sido para mí la maternidad, que “remueven” nuestro fondo y hacen que emerjan varias figuras. Cuando ellas o los asuntos por resolver emergen con mucha continuidad o no hay mucha interrupción entre la aparición de las figuraciones, se le llama continuo de contacto y este nos lleva a un continuo de
consciencia. Este momento está siendo una gran oportunidad para revisar varios aspectos de mi vida, de quedarme con lo nutritivo, de dejar ir lo que ya no quiero, no me gusta o me hace daño y de crear la vida que quiero para mí.
Los momentos en los que estoy con mi hijo son una excelente oportunidad para experimentar diariamente,
minuto a minuto, el momento presente, el contacto con el aquí y ahora. Él vive en el momento presente, es mi
gran maestro en ese aspecto y nuestros momentos de madre e hijo me demandan atención constante y plena.
En el último tiempo me he propuesto pasar algunos ratos de presencia plena con mi niño, es decir, fluir con
lo que él quiera hacer, estar presente, sin hacer otras cosas y sin pensar en otras cosas, estar presente en cuerpo, mente y alma, como cuando meditamos. El estar junto a mi hijo me ayuda a aquietar la mente, esta es una práctica que me ha resultado siempre difícil. Los ratos con mi hijo me ayudan a la quietud mental. Tengo la intuición de que él detecta cuándo estoy presente de este modo y cuándo no lo estoy y siento que nuestra relación fluye mejor cuando dentro del día tenemos algunos momentos así.
BIENESTAR FAMILIAR
En este punto del desarrollo de Diario de una mamá yoguini puede resultar una obviedad volver a mencionar cómo desde el momento en que comencé a practicar yoga mi nivel del bienestar integral ha aumentado considerablemente. Esta mejora la percibieron las personas alrededor, entre ellos, mi pareja, mis amistades, las personas con las que yo trabajaba y mi familia de origen. Algún tiempo después de haber empezado yo la
práctica de la disciplina, y al ver los cambios que en mí sucedían, mi pareja sintió curiosidad por el yoga y también comenzó a practicar. Si bien ya compartíamos el gusto por algunos temas, (como nuestra profesión de músicos), el yoga se convirtió en una herramienta de unión y nutrición de nuestra pareja como ninguna otra.
Antes de que naciera nuestro hijo, practicábamos juntos varias veces a la semana. Pasábamos mucho tiempo fuera de la esterilla hablando sobre yoga, compartiendo nuestras experiencias, estudiando cuestiones técnicas de las asanas, leyendo sobre filosofía o sobre algún otro tema relacionado que nos interesara. El yoga se ha
convertido en una parte fundamental de nuestra vida, y en nuestra pasión de pareja, del cual podemos hablar y compartir sin cansarnos o aburrirnos. Ha sido un regalo para los dos y me siento agradecida de haberlo acercado a nuestra pareja y a nuestra familia.
Desde su nacimiento, nuestro hijo ha estado presente en nuestra práctica, principalmente en la de su papá.
Disfruta de compartir ese rato con él jugando, observando, preguntando, aprendiendo y probando muchas posturas. Nos da mucha satisfacción, a su papá y a mí, que él esté incorporando con tanto entusiasmo y de manera natural una herramienta que le aportará tanto bienestar a su vida.
Considero que está en nuestras manos y es nuestra responsabilidad, como mamá y papá, crear un ambiente agradable, pacífico y feliz para nuestra familia, en el que podamos comunicarnos sin violencia y creo que el yoga favorece que así sea. Nos ayuda a crear calma, a entrenar el autocontrol y la paciencia, a ver las cosas desde un punto de vista más neutral, sin calificarlas como positivas o negativas sino como son, a aumentar nuestra posibilidad de elección de nuestros comportamientos ante los desafíos cotidianos de nuestra nueva vida. Es una herramienta que nos nutre y nos beneficia a nivel individual, de pareja y familiar.
1. Ahimsa: No violencia.
La violencia es la falta de amor; sin enemistado no puede haber acto de violencia. Sólo el amor puede mantener unida a la sociedad. Un yogui no alberga odio en su corazón, sólo amor hacia todos. La violencia es el resultado del miedo, el egoísmo, la ira y la falta de confianza. La no violencia es respeto hacia los demás; es un estado mental. Patanjali dice que cualquiera que entre en contacto con un yogui que carezca de pensamientos violentos está destinado a erradicar sus sentimientos de enemistad. (Iyengar, p.37).
Diariamente podemos estrenar una nueva manera de vivir en la que creemos calma, aceptemos los conflictos y los errores como oportunidades para crecer y evolucionar y aprendamos a perdonarnos y a perdonar.
6. Ksama: perdón.
Perdonar a los enemigos que puedan haberle atormentado física o mentalmente es una de las cualidades del yogui, y recuerda al precepto que dio Cristo a sus discípulos de poner la otra mejilla. (Iyengar, p. 38).
Bucay nos dice que la felicidad es una elección diaria, que no depende de las circunstancias sino de la elección que hacemos cada día para ser felices. Asimismo, afirma que el equilibrio no existe, que vivimos en un cambio permanente.
2. Santosha: contentamiento
El contentamiento es un estado mental esencial para el bienestar y el desarrollo del cuerpo y de la mente. El descontento conduce a la avaricia y a la envidia, que son insaciables. El contentamiento equilibra la mente y da como resultado la felicidad pura. (Iyengar, p. 39).
Cada día el yoga nos ayuda a encender la llama de la felicidad en nuestro interior y en nuestro hogar, a crear un ambiente nutritivo, a mejorar nuestra versión individual y familiar y a danzar al ritmo de los desafíos que nos trae la vida. Vivir este cambio permanente en familia puede ser muy desafiante y muy enriquecedor a la vez y es mi deseo poder hacerlo.
CUIDAR LAS RELACIONES
Un tema que cobró vital importancia a partir de mi maternidad fue el de construir vínculos sanos, conmigo misma, con mi hijo, con mi pareja y con las demás personas. En relación a mi hijo, me daba cuenta de que todos los conflictos no resueltos entre nosotros, su papá y su mamá, le afectaban a él directamente. Desde que supe de mi embarazo y antes, también, quise crear un ambiente confortable y acogedor para mí, para mi familia, y para las personas a mi alrededor, ya no sólo por haberme convertido en mamá, sino porque comenzaba a nacer ese propósito dentro de mí.
De acuerdo con Nelsen, Bill y Marchese, los seres humanos estamos programados para la conexión, por esa razón, las buenas relaciones son la base de la felicidad y el bienestar personal. También, los autores comentan que existe una gran relación entre la depresión y el aislamiento social. En mi vida actual, es un desafío encontrar momentos para cultivar las relaciones. Durante muchas horas estoy sola con mi hijo y me resulta
difícil programar encuentros con otras personas. No obstante, me esfuerzo por adaptar la amistad a mi horario y por mantenerme en contacto con las personas con las que tengo un vínculo nutritivo. Tengo un deseo que no he podido cumplir aún y es el de crear comunidad. Quiero crear redes de colaboración, en especial para madres y padres, en las que podamos compartir nuestras experiencias y aprendizajes dentro de un entorno social amable y amigable.
PROPÓSITO DE VIDA
Para poder crear un ambiente feliz para mí y mi
familia, necesitaba sentirme plena y feliz, descubrir
mi yo esencial, ser quien realmente soy, desplegar
mis posibilidades y realizar mis sueños. Para poder
hacerlo, primero necesitaba descubrir cuáles eran mis sueños, cuál era mi verdadero propósito de vida y qué podía hacer para realizarlo, qué pasos necesitaba seguir para canalizar el potencial de mi interior. Por una parte, había aspectos en mi vida o partes de mí que no me gustaban y que quería transformar, y por otra, quería escuchar y seguir a mi propia voz interior, a mi corazón, a mi intuición y dedicar mi energía a aquellos aspectos que eran importantes para mí. Sentía la necesidad de dirigir mi vida hacia un propósito y alinear todas mis acciones hacia su consecución. Para eso y dentro de mi espacio de auto cuidado, dedicaba tiempo a reflexionar, a la creatividad y a hacerme preguntas.
A continuación comparto algunas de las preguntas que me han servido de guía para conocerme mejor y reflexionar sobre mi propósito de vida:
¿Qué estoy haciendo con mi vida? ¿Para qué lo hago? ¿A qué estoy prestando atención?
¿Estoy presente o ausente? ¿Cómo es mi nivel de energía? ¿Cómo me siento en este momento?
¿En qué momento de mi vida me sentí plena y llena de energía? ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Cuál era mi lenguaje y energía corporal?
¿Qué quiero realmente para mí? ¿Qué quiere mi corazón? ¿Cuáles son mis ilusiones?
¿Cómo quiero vivir mi vida? ¿Cómo sería mi vida si se cumplieran mis sueños?
¿Cómo soy cuando estoy en la mejor versión de mí misma? ¿Cómo puedo ofrecer m mejor versión y qué necesito hacer para alimentar esa versión de mí? ¿Qué es lo que me hace brillar y dar lo mejor de mí misma? ¿Qué me energiza, revitaliza y hace florecer?
¿Cuáles son mis dones? ¿Qué es lo que me hace vibrar y que al hacerlo, muevo e inspiro a otras personas? ¿Qué me hace danzar a mí a nivel profundo y existencial?
¿Cómo sería alcanzar y mantener esos instantes en mi vida? ¿Qué ocurriría? ¿Cómo me sentiría? ¿Qué puedo hacer para que esa realidad se convierta en mi realidad en este momento presente?
¿Cómo puedo aprovechar mis dones para contribuir al bienestar de mi rincón en el mundo? ¿Qué es lo que quiero dar a los demás? ¿Cómo puedo hacerlo llegar? ¿Cómo puedo ofrecer lo mejor de mí? ¿Qué quiero transmitir con mis actos cotidianos, mis relaciones, con la manifestación de mis pensamientos, mis palabras y acciones en todos los ámbitos en los que me desenvuelva, la familia, el trabajo, las amistades, los conocidos y los desconocidos?
Hacerme estas preguntas ha sido una guía para afianzar mi propósito de vida y para diseñar los pasos a seguir para concretarlo. Las visualizaciones me fueron de gran ayuda en esta tarea. Poco a poco fui encajando las piezas del rompecabezas de mi vida y pude ir diseñando un plan de acción. Descubrí que quería acompañar a otras personas, tanto a adultas/os como a niñas/os y adolescentes en su desarrollo integral. Quería convertir mis heridas en dones, sanarlas, y usar el aprendizaje que me traían para acompañar a otras personas en su camino de sanación. Para eso, primero necesitaba transitar mi propio camino de sanación, poder darme cobijo a mí, para poder luego darles cobijo a mi hijo y a las demás personas a las que pudiera acompañar en nuestro camino de vida.
Redescubrí el deseo en mí de recibir, cobijar y dar seguridad emocional a las personas, a mí en primer lugar, a mi hijo y a las personas que acudieran a mí, posterior y paralelamente. Quería poder ofrecer espacio en el que las emociones fueran escuchadas y validadas y las heridas pudieran comenzar a sanar, un espacio en el que se desarrollara la autoestima y resiliencia, en el que las personas recuperaran su esperanza y alegría a pesar de haber sufrido heridas emocionales. Me di cuenta de que ofrecer este apoyo a otras personas, tanto adultas/os como niñas/os y adolescentes, daba un sentido a mis vivencias y experiencias dolorosas, al transformarse en un propósito al servicio mi propia sanación y la de las demás personas. Este descubrimiento me dio mucha paz,
alegría y satisfacción.
CONCLUSIONES
Hasta aquí he compartido con ustedes únicamente el principio de mi camino. Queda mucho por recorrer y lo haré a lo largo de toda mi vida. Disfruto de tener momentos de introspección y descubrimiento en los que me doy cuenta de algún aspecto que quiero revisar y cambiar. Luego, investigo a través de la lectura, leer y aprender acerca de determinados temas, me permite traerlos a la consciencia y a empezar a ponerlos en
práctica en el día a día; me encanta aprender algo nuevo cada día.
Me propongo seguir entrenando las habilidades blandas tales como el liderazgo, la comunicación, la proactividad, el trabajo en equipo, el manejo del tiempo, la organización, la toma de decisiones, el manejo del estrés, la creatividad y la inteligencia emocional entre otras. Quiero continuar cultivando las habilidades de inteligencia emocional: la escucha activa, el autocontrol, la resiliencia, la empatía, la actitud positiva, la paciencia, la amabilidad, la cortesía, la humildad, la generosidad, la sinceridad y la comunicación asertiva, entre otras. Deseo que mis acciones estén cada día un poco más inspiradas en el amor, es la fuerza que me motiva a vivir cada día.
Chapman nos dice que la paciencia nos ayuda en todas las facetas de nuestra vida y nos invita a aceptarnos incondicionalmente, a permitirnos ser imperfectos, reconociendo que estamos en permanente proceso de ser mejores personas. Asimismo, la paciencia nos ayuda a bajar la exigencia hacia las demás personas y hacia
nosotras/os mismas/os y a evitar las críticas y juicios. Me gusta pensar que las personas somos proceso y que estamos permanente crecimiento y evolución, buscando mejorar la versión de nosotras/os mismas/os cada día. La idea de acompañarme a mí misma, a mi hijo y a otras personas a lo largo ese proceso me impulsa a seguir aprendiendo algo nuevo a diario, a compartir mis aprendizajes con las demás personas y a entrenarme en estas habilidades. Para una mamá yoguini la vida puede ser una aventura extraordinaria.
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